jueves, 16 de octubre de 2008

LA PRISA ES EL MEJOR MODO DE PERDER EL TIEMPO

Stefan Klein, físico, estudia nuestra percepción de tiempo y felicidad; autor de 'El tiempo'

"La prisa es el mejor modo de perder el tiempo"

Tengo 43: cada año que cumplo, me siento mejor. Nací en Munich: un alemán, para tomar un café, te cita dos semanas antes. Dos hijos: gran laboratorio para un neurocientífico. Creo en el progreso del hombre. O haces política o te la hacen. Colaboro con el Centre Ernest Lluch.


¿El tiempo es oro? ¿Sólo oro?
Eso lo dijo por primera vez Benjamin Franklin, y esa nueva percepción del tiempo es la causa, paradójicamente, de que hoy lo perdamos tanto. Además, Franklin propuso en plan de broma una ley para que se adecuara el reloj al horario solar y ahorrar así en velas...

Pues hoy no es ninguna broma.
Es realidad dos veces al año y también lo es que, desde Franklin, hemos convertido el tiempo en una obsesión: ahorrarlo, perderlo, aprovecharlo... Como si fuera dinero. Tremendo error, e irrealizable, porque para empezar no hay uno, sino dos tiempos: uno en el calendario y otro en nuestro cerebro. Hoy sabemos que no estamos estresados porque nos falte tiempo, sino que nos falta tiempo porque estamos estresados.

Explíquemelo con calma.
La prisa y la obsesión por el tiempo es el mejor modo de perderlo, porque la ansiedad que genera la prisa nos impide concentrarnos y ser eficaces en lo que hacemos.

¿Por qué a veces vuela y otras no pasa?
¡Esas son las percepciones que estudio! Si conoce bien su cerebro, podrá evitar algunas de las trampas que nos tiende nuestra percepción del tiempo, que tan poco tiene que ver con el del calendario y el reloj.

Con los años, pasa más deprisa.
Los jóvenes perciben que el tiempo pasa despacio y para los viejos, vuela. La razón está en que el cerebro asocia la percepción del tiempo y el funcionamiento de la memoria: cuando todo es nuevo para ti, tu memoria trabaja almacenando más y más datos, y por eso parece que el tiempo pasa lento...

Y para los niños todo es nuevo.
... Y su tiempo es lentísimo. En cambio, a los mayores, que ya han almacenado en su memoria gran parte de los datos de la realidad que viven, el tiempo les pasa volando.

Si estás entretenido, desaparece.
Porque el reloj interno también depende de nuestra actividad: en 1962, Michel Siffre, geólogo francés, se encerró en una cueva hasta que perdió el sentido del tiempo.

¡Qué relajo, el muy pillín!
Salió de la cueva convencido de haber pasado sólo 45 días en ella cuando en realidad habían transcurrido ya 61.

A veces es mejor no mirar el reloj.
Por eso, cualquier trayecto de ida a un lugar desconocido - y por lo tanto con más datos que memorizar- nos parece más largo que el de vuelta, aunque duren lo mismo. Y por eso tenemos la sensación de que el tiempo se detiene en una situación de peligro real.

¿Por qué?
El miedo estimula la memoria y nos hace retener de repente una enorme cantidad de datos, que serán utilísimos si la situación se repite. Del mismo modo, en una atmósfera relajada, memorizas mucho menos los detalles y percibes el tiempo como remansado.

¡Triste, que recordemos mejor lo peor!
Es un mandato evolutivo que explica muchísimas de nuestras acciones, como, por ejemplo, las noticias de este periódico...

Las malas noticias se leen más.
Porque son más escuchadas y recordadas: más importantes. Nuestro cerebro se fija antes en la serpiente del árbol que en su apetitosa manzana. Lógico: podríamos sobrevivir sin manzana, pero sería mortal ignorar a la víbora. Ese mecanismo evolutivo explica que el chismoso en busca de público siempre hable mal de alguien o que el orador siempre vea graves amenazas por doquier.

El cataclismo vende.
Y más en algunas culturas. A los alemanes nos parecen más serios y fiables los personajes tristes, hipercríticos y negativos.

¿Hubo alguna vez un progre feliz?
A los norteamericanos les sucede lo contrario: para que contesten que se encuentran mal, tienen que haberles diagnosticado varias enfermedades mortales seguidas. ¿La felicidad nos vuelve gilipollas? ¡Esa es una convicción típicamente alemana! La seriedad es allí, por definición, triste.

¿La felicidad no será una gilipollez?
En neurociencia, la felicidad, como otras emociones, se puede medir. Es una descarga momentánea de sustancias bioquímicas observables. De hecho, se han descrito con precisión disfunciones que bloquean esa felicidad en algunos desgraciados cerebros.

La felicidad son momentitos.
Breves. Otra cosa es la satisfacción. La felicidad es el instante; la satisfacción, el balance. Y debemos advertir que la satisfacción es fácil de estropear sólo con un mal momento.

Por ejemplo.
Usted puede tener un día magnífico, pero una observación maliciosa de un colega - un instante- puede destrozárselo. Y cuando usted vuelva a casa no explicará su maravilloso día, sino que, amargado, despotricará contra el malvado colega aguafiestas.

La culpa es de mi cerebro, no del colega.
Eso es lo que yo pretendo: ayudar a que la gente descubra esas trampas de percepción de su cerebro y que, al advertirlas, tome distancia crítica y relativice. Eso es madurar.

¿Existe un factor para la satisfacción?
El primordial es la capacidad de controlar la propia existencia. Y eso no es una observación personal, sino que ha sido documentado por la ciencia y probado con profusión.

¿Cuantos menos jefes, más felicidad?
Cuanto más poder de decisión tenga sobre su propia vida, menos estresado y más satisfecho estará. Si el que manda se estresa, el que obedece mucho más.


El placer del error
Klein cita varios estudios clásicos sobre la satisfacción y su reverso, el estrés. Coinciden en que, cuanto más poder de decisión tienes sobre tu propia vida, menor es el estrés y mayor tu satisfacción. El estrés del que manda es un mito rebatido por la ciencia que demuestra que el poder estresa sobre todo a quien obedece. Existe evidencia empírica apoyada por estudios de décadas de que el empleado con menor poder vive menos y peor que cualquiera de sus jefes. Quien se limita a obedecer por miedo se pierde además el placer del error. El gran antídoto contra el estrés es tener derecho - y no terror- a equivocarse. Por eso sólo acierta alguna vez quien supo aprender de sus errores.

miércoles, 8 de octubre de 2008

INNOVACIÓN


hace un par de semanas estuve en un congreso cuyo tema central era la innovación.
aquí les presento al invitado que me cautivó totalmente.
un crack de la innovación pero, sobre todo, un crack de la sencillez. un artista de la carne.


Háblanos de vuestros comienzos
En 1906 Krispin Uriarte, mi bisabuelo, descendiente de carniceros y tratante de ganaderos, se instaló en Busturia. Después, mi aita, que tenía todos los conocimientos del bisabuelo quiso modernizar un poco el negocio con las vitrinas, con las cámaras, con las balanzas, haciendo las cosas con detalle, con gusto. Finalmente llegué yo, la cuarta generación.

¿Qué cambios habéis introducido en este sector tan tradicional?
Hemos introducido muchos cambios; en producto, en la manera de trabajar nos hemos tenido que ir adaptando a las formas de compra. Hemos tenido que sofisticarnos en el envasado, hacer productos precocinados, la forma de despiezar las carnes, nuevas técnicas de termosellado, la tarjeta de fidelización del cliente que fue como una revolución en el sentido de que los clientes se sienten bien acogidos, hay puntos regalo, etc. En resumen, adaptarnos al gusto del cliente.

Hemos puesto una pantalla táctil para que se pueda hacer automáticamente y en cualquier idioma la compra, para recoger el pedido ahora o para recogerlo más tarde. No podíamos abarcar todo el horario como tienen las grandes superficies hasta las nueve de la noche, para solventar a la tarde pusimos una máquina de veinticuatro horas de vending con precocinados producidos por nosotros. Fuimos los primeros que comenzamos a cerrar por las tardes o a acortar la franja horaria de venta al público.

Pensamos en elaborar bien las cosas, con tranquilidad; fue una reestructuración, una reorganización.

Además de la carne ofrecemos productos de conservas, vinos, patés, foies, delicatessen, charcutería de gama alta. También recibimos el certificado de charcutería especializada en productos para todo tipo de personas alérgicas, sin gluten, con intolerancia a la lactosa.

Al principio hicimos un site informativo visual, con la idea de mostrar cómo trabajamos y de dónde traemos el género, para que se viera la calidad de nuestro producto y de nuestro servicio, como un portal visual; después, decidimos plantear el site como una tienda online, y comenzamos a mostrar cada producto con su paquete, con su foto, con su explicación. Distribuimos a toda la península, ahora estamos pensando en introducirnos en Europa. Si no lo hemos hecho antes es porque no imaginabamos que nos podían venir clientes de fuera de Euskadi, pero vemos que tenemos muchas visitas al portal y que nos piden el producto desde Italia, y Francia.

¿Cuáles son los ingredientes de la innovación?
Desde luego, la web. Pero también la formación nos ha ayudado mucho para aprender a manipular la carne, a servir, a atender y a cobrar a los clientes. Porque hay que cuidar las formas de trabajar; hacer también que sea esmerado. Porque yo he estado toda la vida en la carnicería y veía a mis padres cortar el filete, coger la pieza y echar la pieza a la balanza. Hemos dado una nueva imagen, un nuevo color a la carnicería, hasta el punto más bien parece una joyería, una boutique. No es una carnicería fría, estas a gusto en la carnicería. Para innovar hay que ver cosas nuevas, moverte, ver lo que hay en el mercado.

Vimos que el etiquetado era un punto importante y nos metimos con ello y nos hemos formado sobre ese tema. Hemos estado en muchas charlas, la cámara de comercio ha hecho una labor importantísima. Porque el desarrollo personal pasa por la formación que da sentido a todo; a la iluminación, a la decoración, a la arquitectura, a la forma de colocar los productos.

La formación es un factor importante para el avance. Si estás todo el día en la carnicería no puedes desarrollarte, pero si dedicas algunos días a formarte en algo concreto y te desplazas, por ejemplo, a ferias en Durango, Frankfurt, Barcelona, puedes adaptar lo que ves y asimilarlo para tu negocio. Empezamos a ir a las conferencias, a formarnos, a participar en las ferias del gourmet, del BEC, y en slow food sobre productos hechos artesanalmente, etc. Y eso es avanzar.

viernes, 3 de octubre de 2008

IMPERDIBLE

desde que llegué a españa, hubo dos cosas que me cautivaron:
1) las benditas "contras" de la vanguardia, que supieron hacer más llevadera la saudade de las contratapas de página/ 12 (aunque como pueden ver nada tienen que ver unas y otras)
2) radio 3. magnífica. diversa. amplia. colorida. quiero compartir con uds. un especial de "cuando los elefantes sueñan con la música".

amantes de la música, de la bossa, del latín jazz, vayan al link...
http://www.rtve.es/download/podcast?IDPODCAST=401

jueves, 2 de octubre de 2008

¿NUEVAS OPORTUNIDADES LABORALES?

(sólo diré que ésta es una nota simpática y que si alguien quiere contratarme para que le regale paquetes de música por email o recortes de prensa, estoy disponible!)



Sergio Bulat, asesor literario, autor de ´El arte de inventarse profesiones´

VÍCTOR-M. AMELA - 02/10/2008
Tengo 42 años. Nací en Buenos Aires y vivo en Salou. Estoy casado y tengo dos hijos, Alen (9) y Jan (11). Soy abogado, mediador de conflictos, máster en Periodismo y ´coaching´ literario. Soy de derechas en lo económico y de izquierdas en lo social. Soy agnóstico practicante.



¿Qué profesión es la más original que conoce?
Está el caso de Debra Fine, que hoy es consultora en conversaciones triviales (small talk).


¿Qué trabajo es ese?
Ella trabajaba en una empresa de ingenieros, a los que les costaba horrores arrancarse a conversar con sus interlocutores en las reuniones de trabajo. Ella sí tenía ese talento y siempre ayudaba a romper el hielo.


¡Y hoy vende esta habilidad!
Debra inventó su profesión, ¿no? Eso es lo que propongo, y más en estos tiempos de crisis. No es fácil. Se trata de pensar: "¿Qué podría yo aportar a mi trabajo que lo distinga algo del que hacen otros?". Quizá no inventes una profesión, pero sí harás más valioso tu trabajo.


Necesito más ejemplos.
En RAC 1 he oído a un meteorólogo que da sus previsiones ¡cantando! ¿Ve? Hace su trabajo de modo más gratificante para él, y se distingue de otros. Si algún día esa empresa reduce personal, él no será el primero...


¿Se trata de singularizar tu trabajo?
Aplica alguna de tus aptitudes, inclinaciones, habilidades o gustos a tu trabajo, haciéndolo más gratificante para ti y distinguiéndolo: eso lo hará más cotizado. Lo ideal sería hacer lo que te gusta. O logra que te guste más lo que haces. Un ejemplo. Un sobrino mío, amante de la escalada, estudió para ser jardinero. Aplicó sus talentos de escalador a la poda de árboles altos, lo que sale más barato que una máquina: ¡hoy se lo rifan! Le sobra trabajo y vive contento.


¿Cuál es la clave para conseguirlo?
Detecta qué te gustaría ofrecer a los demás que los demás aún no sospechan que necesitan. Y atrévete a hacerlo, actúa, arriésgate.


Puedo ser rechazado, incomprendido...
Sí: toda propuesta original genera escepticismo al principio, pero... ¡corres más riesgo no haciendo nada que haciendo lo que sea! ¿Y si me siento cómodo en mi posición?
Repítete lo que dijo Coco Chanel: "Para ser irreemplazable, uno siempre debe ser diferente". ¡Y hoy más que nunca!



Ya no basta con obtener un título, ¿eh?
Está bien estudiar una carrera, pero sabiendo que el título no es la meta, sino el punto de partida. Luego espabila, singularízate. Muchos parados dicen: "No encuentro nada de lo mío". Seguimos engañados por un modelo caduco y aún aspiramos a un mismo trabajo ideal para siempre. ¡Eso es pasado! Hoy es todo tan cambiante que te toca construir tu trabajo. "La mejor manera de predecir el futuro es crearlo", dijo Peter Drucker.



Deme otro ejemplo de futuro creado.
Una mujer visitó a un pariente en el hospital, que le pidió que le rascase en un punto que él no alcanzaba. El paciente de la cama vecina, al verlo, le rogó lo mismo... Esta mujer es hoy ¡rascadora profesional! Se emplea en hospitales para ir a rascar a pacientes.


Sorprendente trabajo.
"Algún día todos los trabajos serán trabajos raros", escribe Tim Broderick. Si cada uno de nosotros hiciese algo especial, habría tantos trabajos como personas. ¡Hacienda no tendrá epígrafes para todos, ja, ja...!


Una estimulante fantasía, pero...
¡Toca destacarse para sobrevivir! Sucedía antes de la industrialización: cada artesano imprimía su estilo. Luego, la industrialización nos convirtió en ruedecillas de un engranaje. Y ahora te toca reinventar tu profesión, volver a ser un poco renacentista...


¿Cómo lo hace usted?
Como periodista, me he inventado lo de ser coaching literario: ayudo a autores no profesionales a expresar del modo más eficaz sus ideas en libros. Es un buen trabajo.
¿Quién ha sido el más brillante inventor de profesiones? Vea a los creadores de Google. O a Yde van Deutekom, que también se preguntó: "Qué puedo aportar?, ¿en qué soy yo bueno?". No sé quién es. Un joven holandés al que sus allegados desdeñaban: "Tú sólo sirves para dormir". Entendido: se puso a dormir frente a una webcam..., y su página web tiene miles de visitas y jugosos ingresos por publicidad.


¿Hay consejos para dar con tu camino?
Para quienes no tenemos una vocación marcada, lo aconsejable es atreverse a explorar. Nos anima Mark Twain, que dijo: "Dentro de veinte años te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de todo lo que hayas hecho". ¡Mejor actuar, siempre!



¿Se lo dice a alguien que esté en paro?
Desde luego. También me parece útil una reflexión de Abraham Lincoln: "Los que esperan que las cosas les lleguen es posible que reciban algunas..., ¡pero sólo las abandonadas por los que salen a buscarlas!".



Anotado. Toca mover el culo, ¿no?
La inercia nos ralentiza y nos cuesta cambiar. Pero fijémonos en cómo todo cambia incesantemente a nuestro alrededor. "Si todo parece estar bajo control, ¡es que no estás yendo lo bastante rápido!", solía decir el piloto de fórmula 1 Mario Andretti. ¿Qué debo enseñar a mis hijos para que sepan afrontar su futuro laboral? Enséñales que les toca explorarlo un poco todo para encontrar lo que les guste. Y que vayan aprendiendo a afrontar todos los imprevistos sin quejas estériles, sino espabilando para revertirlos a su favor. Y vengan crisis.