miércoles, 27 de mayo de 2009

VIAJES

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

sábado, 2 de mayo de 2009

REVOLUCIONES

Cleuza Ramos, fundadora de la Asociación Trabajadores sin Tierra de São Paulo
"Si mi vida no es útil a los demás, es una vida malgastada"
IMA SANCHÍS - 02/05/2009


Tengo 54 años. Nací en Minas Gerais, al norte de São Paulo (Brasil). Estudié hasta 4º de primaria. Me he casado dos veces, tengo dos hijas, abogadas, y una nieta. En Brasil no hay un proyecto serio para las personas pobres. Soy católica, toda mi fuerza la obtengo de mi credo.

Nací en el campo, mis padres eran agricultores, pero cuando tenía 10 años nos fuimos a São Paulo porque querían una vida mejor para sus 7 hijos.

¿Y tuvieron una vida mejor?
En el campo comíamos lo que sembrábamos, en la ciudad mi padre era un peón y pasamos hambre. Yo a los 10 años ya trabajaba como empleada doméstica. Para lavar los platos me tenía que subir a un taburete. Entiendo. Cerca de casa se construyó una iglesia y colaboré con ellos en trabajos sociales, me encargaba de los niños.

¿Por qué lo hacía?
Yo tenía una familia, un padre y una madre, y esos niños a penas tenían madre, los hombres de las favelas no se comprometen.

¿A qué edad se casó usted?
A los 16 años, las mujeres pobres se casan muy pronto. Fui muy infeliz.

¿Quién era él?
Un hombre muy rico que quería que yo fuera de su propiedad, incluso escogía la ropa que debía ponerme. A los 19 años ya tenía dos hijas. No me dejó continuar con mi trabajo social, pero yo seguía trabajando con las mujeres de las favelas. Un día mi esposo me dijo: "O yo o el trabajo social".
¿Cómo fue a parar con un hombre rico? Su coche se estropeó frente a la parada del autobús que yo cogía. Después de 18 años de matrimonio me separé, me fui de casa literalmente con lo puesto.

¿Y cómo sobrevivió?
Era costurera, mis hijas se quedaron con su padre, ya eran mayores y nunca me hubieran seguido a una favela, pero yo quería vivir la experiencia de las otras mujeres.

¿Por qué?
Era como ellas, no era la mujer de un empresario. Empecé a construir un movimiento popular, organizaba a las mujeres, hacíamos grandes manifestaciones, más de 2.000 personas, para pedir una vivienda digna.

¿Consiguieron algo?
Tras dos años no conseguimos ni una casa, entonces decidimos ocupar tierras para llamar la atención, éramos 800 familias y fuimos desalojadas, 400 se colocaron en casas de parientes y el resto hubo que alojarlas en iglesias, polideportivos y escuelas.

¿Sentía que había fracasado?
Los reuní y les dije: "Vamos a comprar tierras" (muy económica entonces). Juntamos el poquito dinero que teníamos entre todos y compramos una pequeña tierra en la periferia. Funcionó. Hoy tenemos 26 barrios populares en los que viven 17.500 familias.

¿La unión hace la fuerza?
A partir de ahí nuestra lucha fue tener hospitales, colegios, electricidad y agua. Lo conseguimos. Pero nuestros jóvenes no podían ir a la universidad pública porque los exámenes de entrada son muy difíciles y sólo acceden los que han ido a buenos colegios.

¿Qué organizó en este caso?
En Brasil hay muchas universidades privadas y la mitad de las plazas están vacías, así que fuimos a negociar las plazas vacantes. Conseguimos que una facultad nos cediera esas plazas a mitad de precio. Hoy ya tenemos a 10.000 formados y 60.000 estudiando en 15 universidades de São Paulo. Es usted imparable. La comunidad y los jóvenes nos reunimos todos los meses para hablar de lo que significa ser ciudadano, porque al venir de la favela la mayoría no tiene el sentido del orden, la limpieza y el respeto al medio ambiente. Invitamos a conferenciantes.

¿No son los adolescentes de las favelas en su mayoría traficantes y criminales?
Sí, pero cuando la gente ve una posibilidad mejor, cambian, dicen: "Yo no voy a robar más porque quiero ir a la universidad"; "Yo no quiero hacer más de prostituta, quiero ser enfermera". Cuando un joven tiene un sueño (ser periodista, médico, ingeniero), surge la esperanza. De lo que más hablamos en nuestro movimiento es de esperanza.

¿Y funciona?
Una mujer que es padre y madre, que tiene que sacar adelante a una familia, necesita esperanza. Esperanza y algo de dinero. La esperanza es más importante que el dinero. El Gobierno de Brasil reparte mucho dinero entre los pobres, pero darle dinero a una persona es dejarla sin esperanza. Necesitamos ser protagonistas de nuestra propia vida. Mi marido no quería que yo fuera protagonista, quería ser dueño de mi vida. Usted se volvió a casar. Sí, pero mi marido es miembro de la asociación, donde yo piso él también pisa.

¿Qué es lo más importante?
Hacer de tu vida servicio. Si yo no hago de mi vida servicio, mi vida no sirve para nada. Servir es servir a otro, hacer algo por lo demás. Si yo no consigo amar a otro, no consigo amarme a mí misma. Si mirando a una mujer sola y pobre con tres hijos no me conmuevo, ¿qué soy yo? ... En la asociación tenemos un grupo de abogados para defender a las mujeres y exigir a los maridos que colaboren económicamente en la educación de los hijos.

¿Su comunidad está construida básicamente por mujeres?
Sí, el 50% son mujeres solas con familia a su cargo. Y somos nosotras las que vamos a protestar a la puerta del Gobierno, a negociar con las universidades y las que controlamos la calidad de las escuelas.

LO DAMOS TODO CON TAL DE IMPULSAR LA DEMANDA


"Lo damos todo con tal de impulsar la demanda", dice el eslogan del anuncio, que ofrece 500 euros de rebaja a quienes devuelvan toda su ropa interior a cambio de prendas nuevas de esa marca