jueves, 10 de julio de 2008

PENSAMOS EN CADA INSTANTE EN FUNCIÓN DEL PRÓXIMO"

Aquí va una contra / Gracias a La Vanguardia!

Giacomo Marramao, filósofo, reflexiona sobre la condición temporal del ser humano. "Pensamos en cada instante en función del próximo"
IMA SANCHÍS - 23/06/2008

61 años. Nací en Calabria y vivo en Roma, donde soy catedrático de Filosofía y Filosofía Política. Estoy casado, sin hijos. Creo en la crítica constante al poder, a toda versión homologante oficial. Soy un racionalista ilustrado. Publico Kairós. Apología del tiempo oportuno (Gedisa)


¿El tiempo se ha convertido en nuestro enemigo?

Entendido como prisa, como velocidad sin fin, es incluso una patología.

¿Y eso es nuevo?

Es moderno. La modernidad se proyecta en el futuro, es futurocéntrica.

¿Quiere decir que encuentra el sentido más allá del presente?

Sí, somos mañana, no somos hoy. Pensamos en cada instante en función del próximo. El valor del presente no es un valor en sí mismo, sino un valor en relación con la futurización. Al mismo tiempo, la modernidad tiene la obsesión de la conservación de la memoria, del pasado como acumulación.

Cierto, no paramos de hacer museos sobre cualquier cosa.

Es el doble perfil de la modernidad, una tendencia futurocéntrica y, por otro lado, una memorización obsesiva del pasado.

¿Y eso a qué nos aboca?

Nos resulta difícil la experiencia del presente, y vivir la experiencia intensiva del presente es la condición para pensar de una manera abierta hacia el futuro.

¿Por qué?

La idea de la historia como una línea continua de acontecimientos es falsa, porque el futuro depende de nosotros en el presente. Tiempo es una palabra escurridiza.Yo no creo que, como decía san Agustín, el tiempo interior sea el tiempo auténtico. Yo creo que el tiempo auténtico es la conjunción entre el tiempo interior y el exterior.

¿Y?

Tenemos que retomar el tema de la experiencia, que es la capacidad de vivir intensamente lo que pasa en el presente, y no sólo en el sentido banal de la felicidad, de la alegría.

¿Debemos vivir también con intensidad el dolor presente?

Sí, para mí, felicidad es un concepto que incluye en sí mismo la capacidad de hacer experiencia intensiva de todo, incluso del dolor. No es verdaderamente feliz una persona que no tiene la capacidad de elaborar el dolor. La experiencia del dolor es condición de la experiencia misma de la felicidad.

No es eso lo que nos venden los sonrientes rostros de la televisión.

El mensaje multimedia es una falsedad, todos están contentos. Es una obsesión y una desviación horrorosa, porque la verdadera felicidad es la capacidad de vivir intensamente la vida, y esa es la terrible incapacidad de todos los que vivimos atrapados en el mundo de la prisa. El resultado es la indiferencia hacia lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, en el presente, porque el futuro lo es todo.

Hemos cambiado el futuro por el paraíso.

Sí, y la verdad es que el futuro no existe, nosotros existimos. El futuro depende de nuestra acción, de la interacción con las condiciones. En la historia, siempre existe la experiencia de la bifurcación.

Es usted denso.

Me refiero a la posibilidad de tomar una decisión u otra. Nuestra propia identidad es el producto de una serie de coyunturas y decisiones. Si usted no hubiera elegido ser periodista, su identidad sería distinta. Y tienen mucha importancia los encuentros: si yo en lugar de encontrar a mi mujer hubiera encontrado a otra, mi identidad sería otra.

El pasado ya pasó.

Sí, pero tenía otras posibilidades, la comprensión de esta multiplicidad de posibilidades es una condición para pensar nuestro presente. En el pasado, como en el presente, no hay una lógica lineal, sino múltiple.

¿Y de qué nos sirve saber esto?

Nos da la posibilidad de determinar de una manera más precisa cualquier decisión. Lo que yo propongo es una ética del límite en contra de la ética de la desmesura, del progreso infinito. Debemos transformar nuestro presente en un presente de oportunidades. Sólo se puede tomar una decisión si hay una pluralidad de opciones determinadas y no infinitas.

¿Hay tantos tiempos como personas?

Creo que sí, y me interesa especialmente el tiempo de las mujeres.

Cuente.

Tienen una idea de la participación del tiempo del día muy diferente de la masculina. Difícilmente una mujer reducirá todo su tiempo a tiempo público, algo muy masculino. La prisa es una patología que está producida por la dominación masculina.

¿Encontraremos el tiempo oportuno para cambiarlo?

Sí, hay muchas tendencias culturales que se rebelan contra esa manera de entender el tiempo como progreso lineal, donde se da la dominación de los no lugares: puedes encontrar en Barcelona, en Roma o en Shanghai los mismos comercios, cadenas de restaurantes y aeropuertos.

Eso no parece que vaya a remitir.

La globalización no produce una homogeneización de la manera de pensar, sino una tendencia a la diferenciación con peligrosas implicaciones como los conflictos étnicos, identitarios y fundamentalismos, que son una rebelión contra esa dimensión del espacio y el tiempo excesivamente homogeneizadora. Hay que desarrollar una nueva tendencia, el cosmopolitismo de la diferencia.

¿Y qué me dice del tiempo libre?

Que es una falsedad, porque no es un tiempo libre: es un tiempo estructurado por la monocultura de los no lugares.

La promesa

Percibimos el tiempo como algo que ya pasó o que tiene que suceder, sobre todo algo que tiene que suceder mañana (cuando me jubile, cuando me enamore...), y esa percepción nos impide vivir el presente como gerundio simple, es decir: comiendo, durmiendo, viviendo. Creo que de eso se trata, de que el presente tenga contenido. "Sí, el hombre moderno padece la enfermedad del futuro como única experiencia del tiempo, que no es algo que pueda o no suceder; el futuro lo es todo, es la felicidad, el amor, el dinero, la promesa... Vivimos atrapados en la inmediatez y la uniformidad. Recuperar el sentido del tiempo oportuno no es otra cosa que luchar por retomar el hilo del sentido de la vida".

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