jueves, 27 de noviembre de 2008
ELIGIENDO
Tengo 54 años: la edad te hace menos apasionado pero más efectivo. Nací en Bhopal, en una familia de casta alta. Mi religión son los derechos humanos. Una cámara de televisión evitó mi asesinato por esclavistas de niños. He recibido el XXV premio Internacional Alfonso Comín.
El primer día de colegio yo estaba entusiasmado con mis amigos y libros nuevos: entramos en tropel todos a las aulas, pero allí, en la escalera de entrada, vi a un zapatero con su hijo pequeño remendando zapatos... ... Al empezar la clase levanté la mano y pregunté: "Maestro, ¿por qué el hijo del zapatero no puede venir al colegio?".
¿Le mandó callar?
Se puso serio: "No te preocupes: son pobres y es normal que trabajen". El director me dijo lo mismo, y al salir le pregunté al propio zapatero y me contestó que nunca antes lo había pensado, porque él no había ido al colegio ni su padre tampoco.
¿Qué hizo entonces?
Seguir haciéndome la misma pregunta.
Sigue siendo una gran pregunta.
Aún sin respuesta. Me hice muchas preguntas como esa mientras seguía estudiando. A los 12 años descubrí que muchos niños dejaban la escuela porque no podían pagar los libros, y me pregunté: ¿por qué no reutilizar los libros de alumnos ya aprobados? ¿Con sólo 12 años se preguntó eso? Organicé un grupo de chavales que recogíamos libros usados y se los dábamos a los que no podían pagar nuevos. ¡La gente nos ayudó muchísimo! Conseguí más de 2.000 libros, que fueron el inicio del Book Bank.
Era usted un peligro para los editores.
Ingresé en Ingeniería y conocí a los líderes izquierdistas y gandhianos del movimiento anticastas. Los admiré. Para conmemorar el centenario del nacimiento de Gandhi, en 1969 organicé un banquete que sería cocinado y servido por parias. Los intocables. Se trataba de demostrar a India que comíamos lo que habían tocado y no pasaba nada. Preparamos una comida para cientos, e invitamos a todos los líderes progresistas.
¿Fue un éxito?
No fue nadie. Una cosa era llenarse la boca de Gandhi contra las castas y otra jugarse el prestigio. Así aprendí una valiosa lección: las buenas y grandes palabras te las dan gratis; los actos, por pequeños que sean, cuesta mucho obtenerlos, pero cambiar las actitudes y las creencias es tarea de toda una vida.
Tomo nota.
¡Cuántas veces reyes y reinas, estadistas y princesas me han alabado y se han comprometido a luchar contra la esclavitud y el trabajo infantil! Y luego no hacen nada. Es más, a menudo se benefician de la explotación de esos niños que llenan sus discursos.
¿Qué hizo con tanta comida?
Me la comí yo solito con algún amigo fiel. Cuando llegué a casa, tenía allí reunido a todo el consejo de notables, que venían a comunicar que expulsaban a toda mi familia de la casta. Eso era la muerte social: nadie querría tener nada que ver con nosotros.
¿Sólo por haber tocado a intocables?
Yo les pedí que me repudiaran sólo a mí, porque mi familia no había hecho nada. Entonces me dijeron que me perdonarían si iba a purificarme en un baño sagrado en el Ganges, pero yo me negué: "No voy a purificarme, porque no estoy sucio".
Tenía usted mucho valor...
Sólo fui sincero. Me repudiaron a mí solo. Yo les dije: "¡Si me repudiáis vosotros a mí, yo repudio todo el sistema de castas!". ...
Pero mucho valor.
Tuve que vivir en una choza alejado de mi casa durante años, y ni siquiera mi madre podía comer conmigo. Así la castigaron a ella también. Sufrí una terrible soledad...
¿Aún está usted excastado?
¡De eso hace 40 años, afortunadamente! Fui ingeniero, estudié Políticas y olvidaron.
¿Ya no rige el sistema de castas?
Se había debilitado, pero ahora muchos políticos lo revitalizan para enfrentarnos y así conseguir votos clientelistas. Aquí lo hacen con el sentimiento tribal.
Es el uso más canalla de la democracia.
Un político que nos enfrenta no merece que le sigamos. Yo les dije ¡basta! y cambié mi nombre para que no reflejara mi casta. Satyarthi, el nuevo, es buscador de la verdad.
Bello nombre.
Fundé el semanario La Lucha debe Continuar también en hindi y me dediqué a denunciar y combatir la esclavitud y el trabajo infantil.
¿De verdad había esclavitud?
En 1980 llegó un hombre de una aldea que fue por las calles preguntando por mí con el semanario contra su pecho. Había escapado de ser esclavo en una fábrica secreta de ladrillos escondido bajo un camión...
¿Lo tenían esclavo allí?
A él y a toda su familia y a decenas de niños y mujeres, con la complicidad de la policía y los políticos locales. El pobre hombre se había fugado porque iban a vender a su hija y no quería perderla. Enseguida organizamos una expedición y llamé a la prensa. Me alegra que sirva de algo. Vinieron las teles - así la policía se arruga: a mí la tele me ha salvado de los matones-y fuimos con el hombre a la fábrica. Nos impidieron el paso: un juez leyó los periódicos y dio una orden de registro a la policía y entramos. Los liberamos a todos. ¡Habían nacido en la esclavitud sin salir nunca de la fábrica! ¡Ni siquiera habían visto nunca un coche!
¿La esclavitud infantil aún existe?
Sí, la verá en la calle en muchos países y la prostitución infantil también. Pero soy optimista: en 20 años de lucha hemos conseguido muchos progresos ¡Y veníamos de miles de años de abusos!
"Mi casta me repudió, pero yo repudié el sistema de castas"
Dedos y deditos
No se me ocurre tarea más noble en esta vida que liberar de la esclavitud a un niño. Por eso, ¡qué energía me da Satyarthi para empezar el día! Me explica su lucha con una sonrisa enorme y agradecida. Medio siglo preguntando: ¿por qué unos niños entran en la escuela y otros se quedan fuera trabajando? Así ha conseguido sacar de los talleres a 70.000 niños en 140 países que se benefician de sus programas. Salgo de la entrevista hecho un chaval apresurado camino del colegio, pero ya nunca más podré calzarme según qué zapatillas ni volver a pisar indolente una de esas alfombras de nudos imposibles sin sentir de repente miles de atareadas manitas y sus dedos pequeñitos tocándome los míos...
miércoles, 26 de noviembre de 2008
¿CAPITALISMO HUMANO?
Tengo unos añitos. Nací en Buenos Aires: mi padre fabricaba pantalones, pero traía a la mesa cada día la agenda mundial y mi madre era solidaria día y noche. Mi mujer y mis tres hijos son todos cooperantes. Soy judío y practico: los profetas fueron pioneros contra la pobreza.
El mundo es hoy mejor que cuando empezó a escribir?
Es mejor la tecnología y por lo tanto nuestra capacidad de acabar con el subdesarrollo, lo que hace más triste constatar que la pobreza en términos absolutos ha aumentado: hoy tenemos en el mundo 3.000 millones de pobres y de ellos 865 están en el nivel de desnutrición.
Pero en términos relativos, la pobreza ha disminuido y el PIB mundial es mayor.
Cada ser humano que pasa hambre es una tragedia incomparable, así que los términos relativos no son relevantes. Lo que cuenta es el número de esas tragedias. Y la FAO ha advertido ahora que necesita 30.000 millones de dólares para paliar esa hambre provocada por la subida de los alimentos.
Pues no ha tenido mucho eco...
No. En cambio el gasto militar ha aumentado un 6 por ciento en el 2007. Sólo con una cientonoveinteava parte de ese gasto acabaríamos con el hambre; con un 1% del PIB de los países ricos se podía dar sanidad a quienes no la tienen; y apenas con el 1% del patrimonio de las 200 mayores fortunas mundiales se les podría dar educación primaria.
Hay menos pobres, pero lo son más.
Y esa pobreza tiene rostro: rostro de niña y de raza oscura, las minorías étnicas siguen soportando la exclusión. Así que en el mundo la riqueza es mayor, pero los contrastes en su distribución, también.
Pero nosotros no los vemos.
Mi amigo el Nobel de Economía Amartya Sen siempre dice que la mejor cifra para medir el desarrollo de un país no es el PIB sino la esperanza de vida. Y si usted coge el autobús en cualquier metrópoli subdesarrollada del barrio rico al más pobre la esperanza de vida caerá 30 años en 30 minutos de bus.
Aquí en España ese viaje es en patera.
Y si usted coge el avión de España a África verá caer 30 años la esperanza de vida en 60 minutos de vuelo. Pero lo que convierte estas cifras en lacerantes es que todo esto podríamos mejorarlo e incluso solucionarlo.
¿Cómo?
En La gente, primero el Nobel de Economía Amartya Sen y yo lo explicamos: para empezar, logrando que los países ricos abran sus mercados a los productos de los países pobres. Así los pobres podrían ayudarse a sí mismos sin nuestras limosnas.
¿Qué más?
Sustituyendo las políticas de fomento de la inmigración por las de inversión en el lugar de origen de los inmigrantes y logrando que esa inversión se comprometa también con el desarrollo de la sociedad en la que invierte. Es lacerante que los 200 millones de inmigrantes que cruzan la tierra lo hagan para huir de la miseria y que, cuando llegan, a su destino se les castigue por pobres.
¿Más Estado o menos Estado?
El problema no es el Estado sino lograr más eficiencia en cada Estado. A Latinoamérica se le ha hecho muchísimo daño obligándola, desde la década de los ochenta y en nombre de un liberalismo fracasado, a desmontar sus incipientes administraciones, que pese a sus defectos y corruptelas, eran un principio. Y, mientras, los países ricos hacían lo contrario: engordaban sus estados y con ello también su prosperidad.
¿En qué ha fracasado el liberalismo?
A principios de los ochenta, a instancias del Consenso de Washington se empezaron a desmontar los estados latinos: había 137 millones de pobres en Latinoamérica, hoy hay más de 200 millones. Ahora nuestros estados apenas controlan el 18% PIB, cuando paralelamente los países ricos han hecho que sus estados controlen entre el 30% y hasta el... ¡60% de su PIB los más prósperos!
Los estados sudamericanos no eran un modelo de eficiencia.
Pero eran. Mire: la única solución seria y sostenible a nuestros problemas es tener estados que funcionen, porque el mercado por sí solo no es capaz de generar y distribuir riqueza y servicios de forma eficiente.
La eficiencia era la razón liberal.
Stiglitz ha demostrado - le dieron un Nobel- que el mercado por sí solo no es eficiente ni distribuyendo, desde luego, ni creando riqueza. Porque resulta que los que piden tanta competencia en el mercado son los que ponen la mano para las subvenciones del Estado por la puerta de atrás para mantener sus fortunas y privilegios con los impuestos de todos que arrebatan a las clases medias.
Por eso les interesa que la mano de Adam Smith siga siendo invisible.
Lester Thurow explica que a menudo esa mano invisible del mercado que, de forma casi mágica, transforma el egoísmo de empresarios y compradores en bien común, al final acaba siendo una mano de carterista.
Eso lo vivieron ustedes en Argentina.
Con Menem fue un robo invisible e impune y ese atraco que hacen unos pocos del Estado de todos sólo puede denunciarse, castigarse y evitarse con más democracia.
"Empowerment", dice Amartya Sen.
Profundizar en la democracia hasta conseguir que no se quede en mero ejercicio de libertades formales sino que adquiera contenido social, que los derechos sobre el papel de las constituciones se transformen en igualdad en el acceso a la sanidad, la educación y a la realización personal.
¿Más democracia es más desarrollo?
Amartya y yo lo creemos. Por eso las empresas y los gobiernos deben trabajar juntos y ser eficientes o sufrir nuestro castigo de votantes y consumidores.
Incentivos o ética
Modero un vibrante debate en el Campus de Excelencia entre Kliksberg, que confía en una mayor implicación ética de las empresas para acabar con la pobreza, y el Nobel de Economía Maskin: "El ser humano siempre ha actuado por interés propio y no cambiaremos millones de años de evolución, pero sí podemos diseñar un sistema que nos dé incentivos para actuar en provecho propio por el bien común". Kliksberg, con el Nobel Amartya Sen, replica que los mercados ya han demostrado que por sí solos no solucionan la pobreza y que sólo al profundizar en la democracia aumentaremos el control del ciudadano sobre la economía y, si es necesario, también con boicots a las empresas sin ética.
martes, 25 de noviembre de 2008
Es una realidad cotidiana y frecuente. Quienes me amenazan son profesionales y lo hacen por un tema económico. Pero quienes terminan muriendo son los líderes que viven en la selva.
Entre comillas, sí. De hecho, gracias a la líder de la comunidad, doña Santa, una anciana ciega con una memoria prodigiosa, pudimos documentar su historia.
Desde la sagrada familia hasta Katia. Han reinterpretado el catolicismo. Esos pobladores se comieron al extranjero, incluso literalmente, e incorporaron elementos.
Maravillado
El Gobierno brasileño acaba de anunciar que tiene la intención de construir una hidroeléctrica que sumergiría al pueblo de Mangabal. "Si eso ocurre, toda esta historia que acabo de contarle, esta civilización que guarda secretos todavía desconocidos por la ciencia, desaparecerá", me explica este experto en conflictos sociales y ambientales de la Amazonia que dirige el ciclo Amazonia herida,de la Obra Social de la Fundació La Caixa. Él vive amenazado de muerte y maravillado: amenazado por los sicarios de la oligarquía latifundista empresarial y las grandes empresas que quieren explotar el Amazonas; y maravillado por la tecnología y la inteligencia de conservación de sus pobladores.
lunes, 24 de noviembre de 2008
DON ERIC
Tengo 91 años; un viejo historiador puede conseguir nuevos logros. Nací judío en Alejandría y hoy soy británico de cultura, de raíz centroeuropea y familia en todo el mundo: para nosotros lo exótico es tener sólo una nación. Casado, dos hijos, siete nietos. Soy de izquierdas.
¿Revisaría alguno de sus juicios históricos?
¿Usted se arrepentiría de haber sido comunista en España durante los sesenta?
¡...!
Allí y entonces era la manera más efectiva de luchar contra la dictadura: ¿deben arrepentirse hoy quienes fueron comunistas?
...
¡De ninguna manera! No hubiera sido mejor para la libertad cruzarse de brazos y esperar a que apareciera el PSOE. Y con eso no digo que el PCE no cometiera sus errores: ¡pregúntele al señor Jorge Semprún...! Lo he hecho y he aprendido mucho. Por eso, cuando me dicen que si éramos comunistas cuando en la Unión Soviética o en China se cometía tal o cual tropelía, yo pienso: ¿me hice yo comunista para cometer tropelías y abusar del poder o milité para luchar por la libertad y la justicia?
Entonces, ¿olvidamos o recordamos?
La esencia del oficio de historiador es recordar lo que otros olvidan, aunque algunos quieran que se olvide...
¿Olvidar nunca es bueno?
... Pero también tenemos que considerar las necesidades de las sociedades tras sangrientos enfrentamientos civiles...
¿Y...?
En algunos momentos estas sociedades necesitan una cierta porción de olvido. Y no me refiero a olvidar los hechos, sino a renunciar a revivir las emociones. Porque si al recordar revives el odio del quién mató a quién,estás cerca de repetir los crímenes.
Recordar con la razón, no con el odio.
¡Eso es! Y este es uno de los grandes problemas de Rusia, China... o España. Y otros países que, como Polonia, sienten la tentación de lanzar purgas como venganza contra un régimen que acabó hace décadas.
A veces los criminales quedan impunes.
Pero la mayoría de las personas que vivieron los hechos hicieron simplemente lo que consideraron que era su deber en ese momento y... ¿acaso son culpables por ello?
¿Juzgaría crímenes del franquismo?
No apruebo mucho de lo que hace Garzón, pero creo que con Pinochet sí que estuvo acertado, porque sentó un precedente histórico por el que ningún criminal contra la humanidad podrá ya desplazarse impunemente por el mundo...
Pero... ¿los juzgaría?
Creo que cierto grado de olvido de las pasiones y odios es esencial para la continuación pacífica de una sociedad civilizada después de un periodo que no fue civilizado.
¿Qué está pasando ahora, profesor?
Lo que ha pasado estos últimos treinta años es que una teología disfrazada de ciencia económica se ha implantado como dogma. Hemos sufrido un absolutismo que predicaba un mercado autocontrolado, equilibrado sin ninguna interferencia exterior y sin ninguna obligación de ser útil a la mayoría. Y así el debate económico se ha convertido en bizantino y escolástico. Era una degeneración patológica del laissez faire sin precedentes: en ningún periodo histórico los poderes públicos se habían abstenido tanto de intervenir en la economía. Esta dinámica insólita ha producido la reducción al absurdo y sin contacto con la realidad social que ahora sufrimos.
¿Me dirá que es el fin del capitalismo?
No, pero sí que es el fin de una determinada forma de capitalismo anglosajón.
¿Qué se puede hacer?
Creo que veremos un periodo de grandes intervenciones estatales a la manera del plan Marshall o de la économie dirigée.
¿El triunfo de la socialdemocracia?
Tampoco. Las izquierdas están desorientadas, porque fueron forjadas para arrancar concesiones de bienestar para todos al Estado nación y ese Estado ha sido debilitado en estos treinta años por la economía global. Mire, yo no sé qué pasará ahora, porque el futuro es más difícil de predecir que el pasado.
Seguro que intuye una dirección...
Veo una doble transición: la del ultraliberalismo a la economía mixta dirigida y otra geográfica que llevará el poder de Occidente a Oriente, a Asia, donde, por cierto, ya tienen al Estado dirigiendo sus economías.
¿Y Rusia?
La misión histórica de Putin ha sido restaurar el Estado ruso, pero lo ha hecho desde la tradición absolutista que ha imperado siempre allí, aun bajo apariencia constitucional. La economía rusa la dirigen las fuerzas de seguridad del antiguo régimen comunista.
¿Rusia puede volver a ser imperio?
Aunque ha logrado preservar un complejo militar-industrial aún competitivo en armamento y aeronáutica, su punto débil es que su poderío económico depende de las materias primas, muy volátiles en los mercados. Es enorme, pero influirá sin dominar.
¿Israel?
Aún es la última aventura colonial de Occidente. Pero, más allá de las retóricas, lo cierto es que todos - hasta Hamas-aceptan de facto que existe y que existirá porque nadie tiene ni tendrá la fuerza para eliminarlo.
¿Entonces?
Ocupados y ocupantes tendrán que convivir: o en dos estados - difícil de lograr-o en uno, imposible mientras Israel se autodefina como Estado de los judíos y no como Estado de todos quienes viven en su territorio. El peligro de verdad es que empezó siendo un proyecto liderado por el laborismo y hoy cada día más está dirigido por la ultraderecha integrista religiosa.
"Creo que vamos a ver unos cuantos planes Marshall"
Recordar sin odiar
Recordar los hechos sin revivir el odio. Otra lección del profesor Hobsbawm. La primera para mí fue el inicio de Las revoluciones burguesas con una frase hegeliana que revelaba que la historia avanza entre contradicciones: "En 1780 (...) el mundo era a la vez más pequeño y más grande que el nuestro". Mi mejor libro de periodismo era de historia. Hoy Hobsbawm mantiene su olfato y memoria: lo insólito en la historia no es que los estados dirijan las economías, sino la farsa de los últimos 20 años en que el mercado se dirigía a sí mismo (para exclusivo lucro de quienes abusaban de él). Al final, sólo nosotros - vigilantes-podemos defender nuestro propio bienestar. ¡Salud y amistad, profesor!