lunes, 24 de noviembre de 2008

DON ERIC

E. J. Hobsbawm, historiador y flamante doctor honoris causa por la Universitat de Girona - "Creo que vamos a ver unos cuantos planes Marshall". LLUÍS AMIGUET - 24/11/2008



Tengo 91 años; un viejo historiador puede conseguir nuevos logros. Nací judío en Alejandría y hoy soy británico de cultura, de raíz centroeuropea y familia en todo el mundo: para nosotros lo exótico es tener sólo una nación. Casado, dos hijos, siete nietos. Soy de izquierdas.


¿Revisaría alguno de sus juicios históricos?
¿Usted se arrepentiría de haber sido comunista en España durante los sesenta?

¡...!
Allí y entonces era la manera más efectiva de luchar contra la dictadura: ¿deben arrepentirse hoy quienes fueron comunistas?


...
¡De ninguna manera! No hubiera sido mejor para la libertad cruzarse de brazos y esperar a que apareciera el PSOE. Y con eso no digo que el PCE no cometiera sus errores: ¡pregúntele al señor Jorge Semprún...! Lo he hecho y he aprendido mucho. Por eso, cuando me dicen que si éramos comunistas cuando en la Unión Soviética o en China se cometía tal o cual tropelía, yo pienso: ¿me hice yo comunista para cometer tropelías y abusar del poder o milité para luchar por la libertad y la justicia?


Entonces, ¿olvidamos o recordamos?
La esencia del oficio de historiador es recordar lo que otros olvidan, aunque algunos quieran que se olvide...


¿Olvidar nunca es bueno?
... Pero también tenemos que considerar las necesidades de las sociedades tras sangrientos enfrentamientos civiles...

¿Y...?
En algunos momentos estas sociedades necesitan una cierta porción de olvido. Y no me refiero a olvidar los hechos, sino a renunciar a revivir las emociones. Porque si al recordar revives el odio del quién mató a quién,estás cerca de repetir los crímenes.

Recordar con la razón, no con el odio.
¡Eso es! Y este es uno de los grandes problemas de Rusia, China... o España. Y otros países que, como Polonia, sienten la tentación de lanzar purgas como venganza contra un régimen que acabó hace décadas.

A veces los criminales quedan impunes.
Pero la mayoría de las personas que vivieron los hechos hicieron simplemente lo que consideraron que era su deber en ese momento y... ¿acaso son culpables por ello?


¿Juzgaría crímenes del franquismo?
No apruebo mucho de lo que hace Garzón, pero creo que con Pinochet sí que estuvo acertado, porque sentó un precedente histórico por el que ningún criminal contra la humanidad podrá ya desplazarse impunemente por el mundo...

Pero... ¿los juzgaría?
Creo que cierto grado de olvido de las pasiones y odios es esencial para la continuación pacífica de una sociedad civilizada después de un periodo que no fue civilizado.

¿Qué está pasando ahora, profesor?
Lo que ha pasado estos últimos treinta años es que una teología disfrazada de ciencia económica se ha implantado como dogma. Hemos sufrido un absolutismo que predicaba un mercado autocontrolado, equilibrado sin ninguna interferencia exterior y sin ninguna obligación de ser útil a la mayoría. Y así el debate económico se ha convertido en bizantino y escolástico. Era una degeneración patológica del laissez faire sin precedentes: en ningún periodo histórico los poderes públicos se habían abstenido tanto de intervenir en la economía. Esta dinámica insólita ha producido la reducción al absurdo y sin contacto con la realidad social que ahora sufrimos.

¿Me dirá que es el fin del capitalismo?
No, pero sí que es el fin de una determinada forma de capitalismo anglosajón.

¿Qué se puede hacer?
Creo que veremos un periodo de grandes intervenciones estatales a la manera del plan Marshall o de la économie dirigée.

¿El triunfo de la socialdemocracia?
Tampoco. Las izquierdas están desorientadas, porque fueron forjadas para arrancar concesiones de bienestar para todos al Estado nación y ese Estado ha sido debilitado en estos treinta años por la economía global. Mire, yo no sé qué pasará ahora, porque el futuro es más difícil de predecir que el pasado.

Seguro que intuye una dirección...
Veo una doble transición: la del ultraliberalismo a la economía mixta dirigida y otra geográfica que llevará el poder de Occidente a Oriente, a Asia, donde, por cierto, ya tienen al Estado dirigiendo sus economías.

¿Y Rusia?
La misión histórica de Putin ha sido restaurar el Estado ruso, pero lo ha hecho desde la tradición absolutista que ha imperado siempre allí, aun bajo apariencia constitucional. La economía rusa la dirigen las fuerzas de seguridad del antiguo régimen comunista.

¿Rusia puede volver a ser imperio?
Aunque ha logrado preservar un complejo militar-industrial aún competitivo en armamento y aeronáutica, su punto débil es que su poderío económico depende de las materias primas, muy volátiles en los mercados. Es enorme, pero influirá sin dominar.

¿Israel?
Aún es la última aventura colonial de Occidente. Pero, más allá de las retóricas, lo cierto es que todos - hasta Hamas-aceptan de facto que existe y que existirá porque nadie tiene ni tendrá la fuerza para eliminarlo.

¿Entonces?
Ocupados y ocupantes tendrán que convivir: o en dos estados - difícil de lograr-o en uno, imposible mientras Israel se autodefina como Estado de los judíos y no como Estado de todos quienes viven en su territorio. El peligro de verdad es que empezó siendo un proyecto liderado por el laborismo y hoy cada día más está dirigido por la ultraderecha integrista religiosa.

"Creo que vamos a ver unos cuantos planes Marshall"
Recordar sin odiar
Recordar los hechos sin revivir el odio. Otra lección del profesor Hobsbawm. La primera para mí fue el inicio de Las revoluciones burguesas con una frase hegeliana que revelaba que la historia avanza entre contradicciones: "En 1780 (...) el mundo era a la vez más pequeño y más grande que el nuestro". Mi mejor libro de periodismo era de historia. Hoy Hobsbawm mantiene su olfato y memoria: lo insólito en la historia no es que los estados dirijan las economías, sino la farsa de los últimos 20 años en que el mercado se dirigía a sí mismo (para exclusivo lucro de quienes abusaban de él). Al final, sólo nosotros - vigilantes-podemos defender nuestro propio bienestar. ¡Salud y amistad, profesor!

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